
Siendo mujer no he podido ser santa; mi cuerpo ha sucumbido incesante ante la voz cálida de las tentaciones; y yo, que soy friolenta; no he podido lograrlo.
No he podido ser santa…y aún así he escuchado lamentos en pos del perdón y la misericordia; y yo –pagana- he otorgado el perdón sin remordimiento.
Siendo mujer no he podido ser santa, y así vivo devota bajo el manto sangriento de mi propia Magdalena. (Pecadora insaciable y ejemplo de mi fe)
Así, siendo “non sancta” he sido adorada más de una sola vez por algún mortal; y en mi humilde herejía he sufrido el acoso de la devoción en un fanatismo insano.
No he logrado la santidad y aun así mi vientre es cáliz que añeja milagros póstumos… Así ha sido y será por los siglos de los siglos…
No he querido ser digna de la santidad y aún así he bebido el cáliz del sagrario.
Néctar, vino, sangre y… pecado.
No siendo santa – y sin querer serlo- en comunión con mi cuerpo, y el roce de un mortal, a través de mi; se llega al
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(le petite morté)
-¿Quieres morir un poco?
........…Tampoco Eva venció la tentación.
Con cariño para mi amiga Cristina Torres